En Faboqueen, cada tarro de miel que llega a tus manos cuenta una historia que se teje desde el campo hasta tu mesa. No somos apicultores, ni extraemos el néctar de las flores; nuestra labor es la de custodiar con cariño el producto noble que otros han cosechado con esmero. Seleccionamos la miel más pura y el polen más delicado, colaborando con apicultores comprometidos para que tú, en cada cucharada, sientas la esencia del trabajo artesanal y la generosidad de la naturaleza.
Sin embargo, la última DANA —esa tormenta sin compasión— ha sacudido nuestros cimientos, no solo los materiales sino también los emocionales. El agua y el lodo irrumpieron en nuestro almacén, llevándose por delante las cajas de cartón preparadas para su envío, los tarros listos para sellar su dulzura, las tapas cuidadas con mimo, e incluso la maquinaria que nos ayudaba a medir con precisión y envasar con higiene. La báscula, el compresor de aire, la máquina de envasado… todo aquello que aseguraba que la calidad no solo se mantuviera, sino que brillara, hoy son un recuerdo doloroso. Hasta nuestros ordenadores, donde dormía la confianza de nuestros clientes, los pedidos cuidadosamente anotados y las rutas de distribución, han quedado inutilizados.
La imagen es desoladora: un espacio donde antes reinaba el orden, la eficiencia y la ilusión, hoy se ve cubierto por marcas de agua y silencio. Pero lo más duro no es solo la pérdida del material y de las herramientas, sino el golpe a la pasión que día a día, tarro a tarro, poníamos en acercar un producto excepcional a vuestras manos.
A pesar del dolor, la esperanza asoma entre el barro y los escombros. Pronto volverán a resonar los sonidos del trabajo bien hecho, del plástico de las tapas soltando un chasquido suave al cerrar, del eco ligero de la báscula marcando el peso exacto, y del aleteo invisible de todas esas personas que confían en nosotros. Poco a poco, con el apoyo de quienes nos rodean, volveremos a poner en pie nuestro humilde taller de distribución. Reconstruiremos las estanterías, recuperaremos la maquinaria necesaria y, más importante aún, reavivaremos la llama de nuestra ilusión.
Cuando el sol seque las lágrimas de esta tormenta, volveremos a envolver cada tarro de miel con dedicación, conscientes de que esta experiencia nos ha unido más a nuestros colaboradores, a nuestros clientes y a nuestra propia esencia. Y así, con la misma honestidad y cuidado que siempre nos han caracterizado, seguiremos distribuyendo esa dulzura que, ahora más que nunca, nos recuerda la fuerza de la resiliencia.
Un cordial saludo a todos nuestros clientes y futuros clientes.
Faboqueen.